Testimonio de Felicia. Ejercicios espirituales de noviembre
Gracias a la comunidad de Carmelitas Misioneras por vuestra acogida, por vuestra delicada atención, por vuestro testimonio de servicio y entrega silenciosa, por cada detalle que habéis tenido conmigo.
Sin conocerme me habéis hecho sentir en casa, en familia, amada y cuidada…
Vine a descansar, a desconectar de la actividad, a veces frenética y a conectar con lo esencial.
Vine a “parar mis prisas”. Sin ser muy consciente buscaba lo que he encontrado: sencillez, simplicidad, autenticidad…
Buscaba encontrarme con “lo pequeño”; deseaba acallar y moderar mis deseos “como un niño en brazos de su madre”, buscaba despojarme de toda expectativa y de cualquier grandeza que supere la pequeñez exquisita que soy.
Buscaba encontrarme de nuevo, más allá de la superficie de la vida, más adentro… mucho más adentro.
Y vine sola, porque quería, incluso, despojarme de toda compañía; donde nadie me conociera para despojarme de toda etiqueta…